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Mas Atajos Filosóficos



Óscar Sánchez Vadillo



92- Diría que es imposible que Homer Simpson fuera chino. China me da miedo, con tanta fuerza ciega, sin más razón que su incremento, con esos tíos tan voluntariosos, sin ironía ni duda alguna. Seguro que es un topicazo, pero les imagino matándome tranquilamente por decadente: “no es nada personal…” En cambio, aquí en Aberland, en Occidere, donde cada día muere el sol, siempre hay escapatoria, y las grandilocuencias duran menos que un porro en la puerta de un colegio. Homer aun puede sestear en nuestra moribunda civilización…






93- Si la “represión” que predica el pchicoanálisis es una especie de rémora heredada pero ubicua como el aire que respiramos, nada puedo hacer para evitar transmitírsela a mis hijos. Porque si se combate con un discurso complejo, para cuando puedan entenderlo ya será tarde. Se me antoja semejante a la polémica del feminismo: ¿cómo evitar que mis hijos sean machistas, si ni yo mismo detecto la sibilina influencia del patriarcado en mí persona? ¿Y cómo se originó, ya que si fue por motivos a la sazón inevitables (la mujer pare, el hombre caza...) que ahora han variado (anticonceptivos, guarderías...), se me puede acusar de falta de conciencia de mi tiempo, de modo que podría tener alguna solución, pero si en cambio se originó en algo accidental (ciertos hombres engañaron a ciertas mujeres y hasta hoy), esto puede siempre repetirse, de modo que no hay solución segura. En el primer caso, no tengo razón para sentirme enteramente culpable, puesto que fue inevitable y yo soy la primera víctima de aquello al tener que luchar ahora en mi interior contra el pasado. Y en el segundo caso, menos todavía, puesto que las contingencias pasadas fueron tan imprevisibles como las actuales, conque bien pudieran haberse vuelto contra mí. Foucault decía que el discurso sobre el sexo trata de todo menos del sexo. A mí me parece que hoy nos lo administran como el soma del mundo feliz de Huxley: no filantrópicamente para que disfrutemos, sino calculadamente para que no incordiemos. Los italianos votaban al Berlusconi porque creían que era un tipo desinhibido, y que eso debía darle de alguna manera poderes especiales para gobernar con más cachaza que los malfollados de la oposición. ¿Y si el sexo es sólo otro arte de las sensaciones, y no un instrumento para nada más?...







94- (Contra la primera persona narrativa) Cierto es que las entretelas de la sociedad pueden ser narradas en primera persona, como el Moll Flanders de Defoe, y por aquel entonces se conseguía así una mayor identificación del lector con asuntos escabrosos como el de la prostitución. Tiempo después, Rousseau definía en un concurso que la virtud esencial del héroe es la fortaleza de ánimo, de manera que Moll Flanders sería de acuerdo con ello una heroína, por muy bajofondera y arrastrada que fuese. Mi objeción, sin embargo, contra la primera persona se refiere a nuestros tiempos: representa en literatura una actitud irónica y comodona semejante al stand-up comedy, y en la que el sujeto de la primera persona se identifica con el sujeto de la enunciación, cosa que, obviamente, no hacía Defoe.






95- De sobra es sabido que la actitud epicúrea ha consistido desde su origen en un refugio frente a los sinsabores de la política: noli me tangere y más allá de mí jardín el diluvio. De manera que, en mi opinión, todo pensamiento que incluya la palabra “disfrutar” es hoy objeto de sospecha justificada -incluido “disfrutar de los hijos”: pone los pelos de punta… Sin embargo, hubo una época en que disfrutar sí resultaba revolucionario: me refiero a la Baja Edad Media. Todo el periodo medieval resulta fascinante por lo ignoto y desacreditado que está, y sólo los franceses se han atrevido a rescatarlo del prejuicio. Hasta en el gregoriano, la música da entrada desde muy pronto a la interpolación profana y jocosa, y en general todo el movimiento que tiene su auge en el goliardismo es ya una invocación al descuido de Dios en favor del mundo natural. No sé hasta qué punto se podrían considerar las propias catedrales góticas como una tentación peligrosa hacia el recreo de los sentidos, pero sí sé que aquellos que las construían, los francmasones (los “albañiles libres”) se consideraban bastante apartados de la religión oficial. Allí empezó todo.

El problema está, creo, en que en la Edad Media e incluso hasta el siglo Barroco el cristianismo no ha sido propiamente una religión como la concebimos ahora, sino un lenguaje. Quiero decir: hasta para ser ateo sólo se podía decir en cristiano, como en el famoso chiste, que hace gracia pero es muy real:


En los peores tiempos del conflicto norirlandés, un pobre infeliz es secuestrado a la salida de un pub por activistas del IRA. Lo llevan a un callejón y lo encañonan con una pistola mientras le preguntan:


- ¿Eres católico o protestante?


El pobre tipo contesta:

- ¡Soy ateo!


Y el del IRA le responde:

- Ya, pero... ¿Ateo católico o ateo protestante...?



Toda la desgarrada historia de las herejías lo demuestra. Y también el hecho todavía actual de que sigamos pensando que, sin Dios, todo está permitido, como escribía Dostoiévsky. Como si los límites de la libertad no pudiesen ser pensados al margen de un horizonte teológico, talmente como lo hizo la nunca bien ponderada ilustración griega…







96- El error del estructuralismo reside, a mi parecer, no en la existencia misma de las Bildungen, por descontado, sino en el carácter cerrado que confiere a éstas. Y por cerradas, homogéneas y compactas. Desde este punto de vista (puramente académico, por cierto: de ahí aquello de “las estructuras no salen a la calle” de Mayo del 68), no sólo no se entiende como acontece el cambio histórico, sino siquiera el modo en que ha tenido lugar la génesis de una estructura en concreto. Foucault, más que Althusser, es una víctima típica de esta paradoja: defiende la genealogía a la vez que las epistemes, convirtiendo con ello su obra en una permanente revisión de sus postulados, como quien dice en un Discurso del método interminable -y, total, para acabar en el estoicismo antiguo: para ese viaje no se necesitaban tales alforjas…

¿No sería harto más sencillo considerar las estructuras abiertas, inestables, sacudidas por agitaciones internas y externas, como lo ha hecho hasta hace poco, por ejemplo, Niklas Luhmann? En tal caso, el humanismo “sueña mundos verdaderos” aprovechando las fisuras de la estructura -que es un tejido de fisuras que se recompone constantemente, como se conecta y reconecta sin solución de continuidad el tejido cerebral-, de modo que cabe referirse cada vez a una ilusión históricamente condicionada del absoluto, sea la Paz, la Humanidad o la Justicia. De ser así, el humanismo sería un motor más del cambio histórico de las estructuras, no el único ni el más eficiente, y de esta manera quedaría el cambio mismo suficientemente explicado (o, por lo menos, no obviado u omitido). El hecho de que Althusser haya concebido que el humanismo es una secreción ideología burguesa que oculta la estructura económica reinante tiene dos funestas consecuencias: en la teoría, estrangula -es adrede- las legítimas aspiraciones de la ética, y, en la práctica, nos priva del magisterio de muchos autores benéficos e irrenunciables como Hobsbawn y Russell.






97- Somos anacrónicos. Vivimos con mentalidad decimonónica un entorno que se transforma a tiempo récord mucho más de lo que lo hiciera de la prehistoria a Newton. Y la prehistoria fueron millones de años que permanecen en la más completa oscuridad, como si para juzgar la personalidad de Fidel Castro le viésemos ahora por primera vez en una cama de hospital todo viejito y pensásemos “que anciano más frágil y desvalido, voy a darle un poco de conversación a ver qué se cuenta”. Del mismo modo evaluamos la historia y al hombre: nada sabemos de su inmenso y profundo pasado, pero creemos que una vez que lo tenemos crecidito y desmemoriado así y ahí se va a quedar protegido bajo el manto del Señor, por su cara bonita. Bastante tenemos ya con currar, enfermar y palmar. Yo también me niego a que me estropeen lo que hay en medio de todo eso, pero sin renunciar a una imaginación que vaya más allá de mí. Máxime si es una imaginación apoyada en datos, es decir, lo que podríamos llamar un cierto conocimiento conjetural. En fin, no sé, esto no es un llamamiento a otro congreso internacional de climatología convocado de urgencia, pero tampoco es como cuando se pensaba que el ferrocarril iba a quitarnos la respiración a más de 30 kilómetros por hora. La esperanza en sentido cristiano es aguardar el remedio con los brazos cruzados, por eso Hesíodo dice que Pandora cerró la caja de los males a tiempo para dejar dentro la esperanza... ¡que por tanto también era un mal!





98- Se puede aducir que Jane Austen nunca estuvo casada, y por esta razón profesaba esa fe tan idílica en el matrimonio, pero lo cierto es que esa objeción ya nace de nuestro propio escepticismo, cultivado más en la mentalidad de Wollstonecraft o Woolf que en la de Jane Austen: el mundo de ésta última periclitó con ella misma, mientras que la concepción del casamiento como una “transacción” ha ido cobrando fuerza en el contexto posterior a la Revolución Industrial de una manera firme y pujante hasta la actualidad, en la que vivimos divididos entre ambas pulsiones (es decir, casándonos todavía con ilusión pero a sabiendas de lo que tiene también de pura y dura transacción que pasa factura, o rechazando la institución pero inquietos por la incertidumbre de perdernos lo que tiene también de construcción delicada y común… Frederick Wentworth charla en Persuasión con su hermana Sophía acerca de llevar mujeres en un buque, y ésta le replica:

“Sin embargo, me disgusta oírte hablar así, como un petimetre, y de las mujeres como si fueran una damas caprichosas en lugar de personas racionales. Ninguna de nosotras se figura que ha de vivir en perpetua bonanza”.






99- Paul Valéry llamaba profesiones “delirantes” a aquellas cuyo “principal instrumento es la opinión que cada uno tiene de sí mismo y cuya materia prima es la reputación de ese mismo cada uno”. Y lo decía un poeta puro…






100- Recuerdo que Julio Cortázar en Rayuela hace que su protagonista se arrepienta de haber aleccionado a su propia madre para que deje de ser como es y abandone sus prejuicios de clase, educación, sexo, etc. Y Cortázar no puede ser más intelectual comprometido y pedante. Yo estoy ahí: no hay que ser filósofo con tus amigos ni con tu madre sino te lo piden, porque corres el riesgo de minar sus “errores necesarios”, es decir, lo que han aprendido a amar acríticamente. Y siempre es mejor amar un error que no amar nada, aunque esto conduzca a una guerra de errores. Pero ni siquiera esto es lo peor, ya que implica a extraños. Lo peor es que tu madre o tus amigos lleguen a la única conclusión de que si les censuras es porque no les quieres, no por las bien fundamentadas razones que les ofreces. Y hasta ahí podíamos llegar. Pensar sólo es una obligación para quien tiene a su cargo vidas ajenas, para los demás es solamente una muy buena opción. Por eso estoy de acuerdo en que el diálogo perfecto es imposible, cómo no, pero sin estarlo en absoluto en que esto suponga una brecha infranqueable entre nadie. Hay, sin duda, otras vías, pactos, toma y dacas, etc.



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