Óscar Sánchez Vadillo
El ser se dice de muchas maneras, pero parece que el jefe supremo del fútbol en España lo desconocÃa. Aparte de que irÃa encocao hasta las trancas, por supuesto que Don LuÃs, un tÃo a la ultimÃsima de los años 60 del pasado siglo, tiene sobrada razón al decir que aquello fue un piquito, y a quién que no sea un puritano del Mayflower puede escandalizarse un piquito. Eso es lo que "es", en efecto, en el plano de la substancia, pero existen más predicaciones del ser, como la que hace enteramente real que él sea el presidente de la RFEF sin constituir ello un accidente de la substancia (como sà lo es, con salvaje paradoja, ser calvo y sin embargo que se te vaya a caer el pelo...), sino un atributo social, polÃtico. Lo mismo ocurre, LuÃs, con tu piquito inocente. Si el piquito es sólo piquito, entonces tu eres sólo un tÃo calvo y salidÃn, y no un pez gordo del deporte-rey, como decÃan antes. Pero, ¡ojo!, LuÃs, porque sà tú te reivindicas como el puto amo de algo, entonces aquello no fue un piquito, sino una forma no por improvisada (¿o ya hubo algo antes de esto, LuÃs, pillÃn?...), menos fehaciente de reventar un gran hito de la igualdad en España con un gesto de desautorización patriarcal venido desde arriba. Y para eso, en ese plano del verbo copulativo "ser" o de la pluralidad ontológica, te juro que lo mismo hubiera dado que le hubieses soltado una bofetada a Jenni que un ósculo de alegrÃa: su significado institucional es, por desgracia para ti, exactamente el mismo... Si yo estuviera en tu lugar e igual de enzarpao que tú aquella noche seguro que me las verÃa también con Jenni, como si fuera una linda chica a mi cargo con la que serÃa encantador casarme en Ibiza. Pero, ya que el ser se dice de muchas maneras (pace Franz Brentano), resulta que la consideración de la substancia es prioritaria, de acuerdo, pero sin duda no la única. Todo el asunto, es verdad, se está poniendo muy feo. A ti, LuÃs, te van a ofrecer la katana del sepukku ritual, y a Jenni, cuyo trabajo consistÃa en no mezclarse en estos lÃos de encorbatados, la han obligado a mancharse las manos de sangre. ¿Y todo por qué? Pues porque se enseña muy mal y muy rápido la Lógica de Aristóteles en Bachillerato, creo yo.