Dwell in the dark... (morar en lo oscuro)
- filosofialacalle
- 19 oct
- 3 Min. de lectura

Paso los días desorientada.
Pronuncio palabras sin peso.
Vivo en una oscuridad sin visión.
Carezco de timón en la vida.
Sobre mí se cierne monstruoso,
como un nuevo pájaro enorme y negro,
el rostro de la noche.
Hannah Arendt
Óscar Sánchez Vadillo
Un Goethe del siglo XXI moriría profiriendo un “¡luz, demasiada luz!”, pero entonces ya no sería Goethe, sino uno de esos profetas de la Ilustración Oscura que padecemos hoy. Desde hace como dos años vengo observando, juro que con estremecimiento, que mis alumnos adolescentes huyen de la luz, no de la Metafísica de la Luz de los medievales -que urgentemente debiéramos revisitar, visto el panorama...-, sino de la luz visible, ese fenómeno tan mundano que no nos damos cuenta de que constituye el milagro de la existencia. Platón lo vio, nunca mejor dicho, y todos los poetas posteriores lo ensalzaron, excepto el morabito de Providence, H. P. Lovecraft. Mis adolescentes parecen feligreses de Lovecraft, lo que pone los vellos de punta. El dato no es ocioso: a todos, sin excepción de género o condición, les encantan las películas de terror, y les encanta hacer chistes de dejar este mundo cuanto antes. Esta misma mañana, al llegar a clase, me encuentro con varios adolescentes de 13 años jugando a estar muertos. Quiero decir que han llegado antes que yo, no han levantado las persianas del aula y fingen dormir con la cabeza sobre su mochila como si fuera una almohada o tal vez el ara sacrificial o tal vez el tocón donde ejerce su oficio el hacha. Entro, me sube la angustia, abro las persianas y una chica exclama, horrorizada, “¡no, profe, la claridad!!!!!”. La claridad es el mal para alguien que se acostó a las tres de la mañana escudriñando el móvil, yo lo entiendo. (Conozco, os lo juro, a góticas depresivas de más de 50 años que presumen de serlo). Lo preocupante es que el móvil mismo es la oscuridad hecha cosa, que se traga a nuestros hijos desde los 11 o 12 años hasta la ancianidad. Dwell in the dark, “arrastrarse en la oscuridad”, esa parece ser la nueva fe, el nuevo rumbo de Occidere, la tierra donde siempre muere el sol...
Nos hemos cansado de la razón ilustrada, autónoma y legisladora, queremos sentimientos y sumisión. Yo personalmente paso, preparadme para vuestro siguiente campo de concentración. Como decía aquel, si no me manda ni mi esposa me va a mandar Trump... Los líderes de la ultraderecha son lo que el mismo Lovecraft calificó, a propósito de un semidiós suyo imposible de pronunciar Nyarlathotep, “el caos reptante”. No pienso reptar detrás de sus hediondas babas. Su-misión no es mi-misión. Esos mismos chavales que celebrarían un eclipse de sol eterno adoran a Santiago Abascal, que es eso mismo: un desesperado apagamiento. Ya no podemos con nuestras vidas, que nos las dirija Trump, Orban, Milei, el anormal que sea que sepa cómo predicar en las tinieblas....
Parece que la paulatina retirada del mundo analógico lleva el rótulo del Infierno del Dante: "Abandonad toda esperanza". La Ilustración Oscura, el supremacismo blanco, la Iberosfera, Make América Grimm Again, no es más que el penúltimo sadismo, como en el Saló o los 150 de Sodoma de Pasolini. Nuestros adolescentes viven refugiados en el iPhone, rechazan la claridad como los vampiros, están deseando que los analfabetos les impartan disciplina cazurra, en sus videojuegos el mundo exterior es una ilusión, el amor es sexo y el sexo es un trozo de carne en Only fans. (Y cuando no son así, cuando son agitados y alegres, entonces el departamento de orientación de su instituto de fijo que les diagnostica un Trastorno de Hiperactividad).
Pues mira: estoy harto, que con su pan se lo coman. Por su culpa, o de quién sea, la luz es ahora no más que la privación de oscuridad…





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