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Atajos filosóficos (64-72)




Óscar Sánchez Vadillo


64- “Sex, drugs and rock and roll” ha mutado -no diré degenerado...- por “porno, chándal y reguetón”.



65- Los profesores ya somos eso: obstinados resistentes del mundo pre-digitalizado, incluso a menudo del pre-analogico, como lo era el propio Rafael Sánchez Ferlosio, alimentando a nuestros polluelos con un pienso-luego-existo que les provoca rechazo y diarrea, puesto que no hace tribu virtual, no se señaliza con piercings, no se toca en festivales cool y no se navega en un dominio.com. Michel Foucault se divirtió mucho proclamando la muerte del hombre, pero no se imaginaba, en su irresponsabilidad, que le iba a sustituir el código binario, la basura en red, el porno japonés, Operación Triunfo y los reality-Trump. Debemos, por tanto, los profesores, antes de extinguirnos merecidamente, torturar a nuestros alumnos con la hipotaxis retorcida, la metáfora de baja resolución y una foto falsa color sepia pantone de Homero intentando acertar con el cayado a Steve Jobs… Luego, será hora de morir (citando en su último suspiro a Leopardi, aunque yo prefiero a Pancho Villa…)…

Pero ya volveréis a Erasmo, ya, cuando se os acabe la tontería cyberpunk…




66- (Heterosexualidad culpable) Paul B. Preciado argumentaba en un duro texto de El País -25 Noviembre 2019- que la heterosexualidad es peligrosa. Es difícil hoy no estar de acuerdo con él, pero sería manifiestamente esencialista afirmar que esto no puede cambiar, que está de hecho cambiando... Yo creo que el propio Preciado sabe de sobra que su causa es imposible, que nada ni nadie va a erradicar la heterosexualidad de la faz de la tierra, y que el discurso de género, ineludible hoy, tiene un alcance más limitado que la revolución total y violenta que él anuncia. Pero se ve que presentarse como el adalid de una impugnación que se extendería a una mayoría aplastante de la población mundial puede acarrearle réditos personales que yo ignoro, pero que tampoco son asunto mío. Estoy, desde luego, plenamente a favor de la lucha feminista, porque me parece ante todo un asunto de sentido común; por ello mismo, estoy en contra de maximalismos como el de Preciado, puesto que socavan claramente tal sentido común. ¿Seré, por ello, des-Preciado y culpabilizado por el colectivo Queer, o por cualquier otro parecido? Me temo que sí, desde el momento en que tuve hijos, me casé y vestí pantalones desde niño, movido por lo que creí prerreflexivamente que eran unos impulsos míos enteramente espontáneos…





67- (Brexnot) España no se rompe pero Europa sí. Europa es un constructo muy delicado, el fruto positivo de cientos de años de guerras intraeuropeas que se extendieron al resto del mundo. Que de aquel estrépito, que de tanta des-unión hubiera salido la Novena de Beethoven y una Unión, aunque precaria y meramente comercial, fue una especie de milagro civilizatorio. Los votos de millones de británicos y un niño grande semejante a Daniel el travieso pero con una tremenda (i)rresponsabilidad sobre su espalda siempre encorvada han cedido a las presiones del eje atlantista. La vieja Europa que se pudra en su propia vetustez y en el recuerdo de sus glorias, entre la que se cuentan los Derechos del Hombre. En Casa desolada Dickens traza el personaje de una señora loca que dedica todo su tiempo a la redacción de cartas en beneficio de una remota región de África de nombre impronunciable, al tiempo que descuida estúpidamente a su propia familia. Pues más o menos eso es lo que consiguió Boris Johnson, si nos ponemos sentimentales. Suponiendo que EEUU es el hijo rebelde de Inglaterra que hizo fortuna, Europa sería su madre cultural y su padre político, todo junto.

En la actualidad, la campiña inglesa y las calles de Londres son un poco más extranjeras para nosotros...





68- (¿Por qué el ser y no más bien la nada?) He bajado con mi hija de 11 años a una pizzería que hay en un pasadizo que lleva al río. Los otros dos se han quedado viciándose al Fortnite. Nos han dado 40 minutos de espera, así que hemos pedido bebidas: yo cerveza italiana, ella agua sin gas. Me ha contado que le encantaría viajar a Las Vegas, y yo, sorprendido, le he contado de Robert Venturi y del Strip. Naturalmente, nunca he estado en Las Vegas, ni he leído a Venturi. Pero si cuela con las adultas, cuela con ella. También le gustaría visitar Times Square, que es otro lugar de mal gusto favorito mío, pero en el que sí he estado. Le cuento, mientras trasego la birra espaguetti. Ella quiere el curso que viene ir al instituto sola, y me explica por qué. La prevengo contra los hipotéticos raptores, pero ya se lo sabe. Maliciosamente, la pongo a prueba, puesto que si es tan mayor, que vaya hasta casa a preguntar cómo están sus hermanos. Lo hace y vuelve dando saltitos. Entonces le expongo que sería malo que yo trabajará en el mismo instituto en que está ella, porque el de la clase de al lado le dirá “el hijoputa de tu padre me ha puesto un parte hoy”. Muy natural, responde que no soy un hijoputa y me da un abrazo. Luego hablamos de fotos. Quiere ser ilustradora y fotógrafa. Me explica que el perro que hay en la puerta de la pizzería tiene una franja blanca en la cabeza que es perfecta para colocar en las líneas blancas de una carretera y sacar la foto. Lo flipo. Yo nunca quise tener hijos filósofos o artistas, todo lo contrario, son mucho más felices los camioneros, como en la canción del tonto de Loquillo. Está lloviendo, es de noche, la terraza está animada, a ella se le ocurre hacer una foto de la farola bajo la lluvia...

“¿Por qué el ser y no más bien la nada?”, formuló Leibniz, que nunca tuvo hijos. Pues por todo esto, tío, por todo esto, aunque ya haya pasado, aunque no vuelva nunca, aunque haya muertos en los hospitales, o hambre en el cuerno de África, o suicidios en los hoteles de Las Vegas...





69- Los sueños, los de verdad, los nocturnos, son como el loco mundo cuántico de la psyché, allí donde lo que es es y a la vez no es y las identidades de todo tipo se disuelven entrecruzándose. Ignoro si sucede lo mismo con las sustancias psicotrópicas, supongo que sí, pero en ambos casos los tres principios rectores de la Lógica quedan abolidos sin que ello suponga vivir necesariamente dentro de una pesadilla.




70- Veo una vieja entrevista -no tanto: un año o dos- a Alberto Garzón, que sin duda es un buen tipo, en la que propone es la fiscalización de los representantes políticos, o lo que llama revivir los “revocatorios” de Robespierre. No dice cómo, lo que me lleva necesariamente al quis custodiet ipsos custodes? de Juvenal. Si a eso le sumo que en su discurso Garzón califica al Congreso de “teatro de sombras”, después de “instrumento y no de fin en sí mismo” (entre otros instrumentos, dice), y por último, en el turno de preguntas, de “lugar de negociación y no de deliberación”, pues se confirma lo consabido: que a la extrema izquierda nunca le ha gustado nada el juego parlamentario, y en esto tienen completa razón sus adversarios. Están ahí porque no les queda otra, pero su vocación sería disolver esa absurda pelea de gallos en la que no se dirime nada importante y… prefiero no saber qué va después del “y”. Lo importante no se discute, se impone por sí mismo, me parece deducir a mí de esta charla. Los vigilantes de los vigilantes vigilarían precisamente que el Deber Ser presida como un dios el rifirrafe puramente empírico del mero Ser, ese teatro de sombras, lo cual trasladado a tiempos peores recordaría a algo así como al Santo Oficio. ¿Y qué comunismo histórico no ha tenido su particular Santo Oficio? Pues todos, desde el Comité de Salud Pública hasta la Revolución Cultural pasando por los Tribunales Populares de ocasión que Sendero Luminoso instalaba en pueblos perdidos del Perú durante unas pocas semanas y que terminaban como el Rosario de la Aurora…




71- (Cuento infantil) El planeta Tuintuin está habitado únicamente por infantes menores de nueve años y todas las especies de animales y plantas nacidas de sus mares y sus suelos presentes desde que se terraformó hasta la actualidad. El nacimiento y cuidado de los niños descansa enteramente en manos de máquinas, y eficientes robots-mamá se encargan de impedir las peleas y encauzar su desarrollo afectivo. Cuando cumplen los antedichos nueve ciclos según el cómputo de los soles de Tuintuin son eliminados de manera programadamente cariñosa e indolora. Se dice que así lo desearon los últimos habitantes adultos del planeta, hastiados de una civilización que había alcanzado sus máximos logros y por tanto descubierto como definitivamente absurdos el romanticismo, los conflictos y la religión. Según tal leyenda, una vez preparado todo, interrogaron a una niña de tres años por un nombre bonito para ese nuevo mundo ignorante pero inofensivo y resolvieron su propia extinción. “Tuintuin”, como vino a llamarse desde entonces, es un paraíso de alegría e ilusión antinaturales que ninguna otra cultura galáctica se ha atrevido jamás a tocar, quizá por miedo...



72- Un pesado retiene al empleado bancario todo el tiempo que le viene en gana, acodado en la mesa de él, mirando de reojo la pantalla. Lo ha confundido con el confesionario, mientras que el sacerdote le pone en comunicación con la deidad, el dinero. Luego dicen de los que utilizan al barman de psicólogo: en realidad es el oficiante que le consagra el alcohol. Sin embargo, en un aula no parece suceder nada de eso. Pocas veces los chicos sienten que el profesor funciona como mediador con esa exquisita Señora, la Cultura. La cultura les persigue en forma de deberes, y penaliza al que corre más que ella. Tiempos hubo en que estudiar era objeto de deseo: recuerdo la novela de Thomas Hardy, Jude el Oscuro. El hombre se movía en el penúltimo escalón social y pretendía aprender latín como los maestros. Y eso en el siglo diecinueve, no en el Renacimiento...

A mi argumento de que aprenden más al cabo de un mes que un adulto en cinco años los alumnos quedan perplejos. Y al segundo argumento, que aduce que si no se han percatado de que el estado les preserva vírgenes quince años de las fatigas de un salario sólo para que se familiaricen con cosas que algo tendrán de valor, se conmueven lo mínimo. La superioridad formativa de lo inútil frente a las destrezas laborales remuneradas está de capa caída. Pero no hay que perder la esperanza: la mayoría de los adolescentes dibujan y tocan la guitarra, de modo que algo de conciencia de la bondad de disciplinarse por amor al arte queda en ellos. Como dice el famoso cartel, ya verás como viene alguien y la jode...

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