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Atajos filosóficos (328-338)



Óscar Sánchez Vadillo


328- La cultura se nos ha tornado solipsista. No egoísta, sino solipsista, al tiempo que es el extraño solipsismo del que busca ser admirado como una joya inalcanzable en una vitrina.





329- La industria musical ya no produce tanto música como nombres nuevos, caras nuevas, estilismos nuevos y ritmillos electrónicos nuevos.





330- ¿Qué es el turismo (además de un negocio)? La confirmación de que la gran mayoría de la gente está disconforme con su vida, y lo que es peor: que se han creído, además, que lo que les falta es echar la siesta en paisajes exóticos, ser servidos como reyes por aborígenes, hacer la propia foto de un infeliz lugar ya acribillado a fotos, aprender dos palabras de un idioma periférico y primitivo, comprar unos cuantos recuerdos fabricados en Taiwan y tratar de emular a los grandes aventureros del mar metiendo un pie en la orilla de cualquier costa a ver si el agua está fría.




331- La expresión “¡qué rico!” para referirse al placer sexual en los países tropicales es cien veces más real y acertada que esa pasión hecha de sedas, penumbra, gemiditos, habitaciones de hotel, lírica parnasiana y rostros en éxtasis con que nos imaginamos un feliciano en Occidente.





332- Quizá lo peor del capitalismo -al que se le deben agradecer otras cosas, como la música popular y la revolución tecnológica que ahora andan estropeándonos…- sea su efecto sobre la confianza del ser humano. No somos capaces, ya, de creer en nada, hemos perdido la fe en todo, más todavía: ser un tonto en el circuito de la economía capitalista no significa tener pocas luces, significa sencillamente prestar adhesión a algo sin sacar nada a cambio. No por casualidad, la virtud completamente desaparecida del mapa en el s. XXI es la generosidad, de manera que no es que haya triunfando el egoísmo, en mi opinión, es que se ha quedado solo y sin rival posible en el horizonte.

(No obstante, sí queda algo en lo que creemos ciegamente: en el dinero de los demás...)





333- (¿Qué es Martin Heidegger?) Heidegger supuso el intento -yo creo que logrado- de situarse antes de Galileo Galilei, de modo semejante a como los prerrafaelistas quisieron colocarse antes de Rafael. Galileo, en efecto, que fue un gran genio, asumió la tarea de aliviar de la Física de de la misión de indagar lo que Heidegger denominó, en Ser y tiempo, la “esencial incomprensibilidad del ente”, en favor de obtener las mediciones adecuadas que obvian la intimidad de la cosa, pero nos proporcionan la clave de sus relaciones con otros entes. Eso, que Antonio Escohotado enuncia con razón en términos de convertir “la medida del fenómeno como fuerza causante del fenómeno mismo” (Caos y orden, cap. III), cae por su propio peso cuando nos percatamos de que el ser, la realidad misma, es sometida a una enorme confusión cuando el objeto en movimiento ni está ni no está, ni se mueve ni se halla en reposo, ni tiene interior ni exterior, y que en resumidas cuentas el observador que realiza la medición lo pone todo, excepto las leyes absolutas de toda medición posible. La rebelión ante esta des-realización del mundo y des-filosofización del pensamiento, ese querer desandar el camino para entender qué ha pasado, es, me parece, lo que representó cabalmente la obra de Heidegger en el s. XX.

Bien que más allá de las relaciones que mantiene con otros entes no puede ser comprendida cosa alguna, pero entonces digámoslo claramente. Bien que más más allá del “ser medido y calculado” del ser no haya más que rascar, pero partamos de esa misma Nada para recomenzar… Porque recomenzar no es ni puede ser aceptar la operación de la ciencia físico-matemática de modo irreflexivo para hacer filosofía a partir de ella, como hizo el también grande Kant. Recomenzar es, para Heidegger, rebuscar tras aquel tremendo juego de manos para averiguar qué tipo de oscuro truco se acometió con ocasión de él (a fin de volver a poder remitirse a las perdidas esencias, en vez de a las ya aseguradas relaciones...)





334- (Contra Galileo, sólo por esta vez) La matemática es la ontropraxeología con la que se transforma la naturaleza bajo la voluntad humana, no el lenguaje con el que se la conoce.





335- Hegel se vale de los accidentes, no los expulsa. Ese el origen de todo su genio.





336- Si la filosofía es investigación nunca cancelable, entonces es tan heterogénea como el propio mundo.





337- Hasta un niñ@ sabe que nunca somos el o la mism@ dependiendo de la persona habitual -e incluso desconocida- que tengamos delante, e incluso un niñ@ sabe que no está en nuestra mano forjar esa imagen ni apenas cambiarla. Esto, que es sumamente desconcertante pero que asumimos sin temor ni temblor, la impredecible maleabilidad del yo ante los demás, es otra prueba más de la pluralidad de lo real, tanto interior como exterior, si es que hubiera diferencia.





338- Cuando un pintor pinta, o un dibujante dibuja, su mano obedece por control remoto al contorno de la cosa misma observada, no a las Leyes del Intelecto Humano ni de la Estética.

 
 
 

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