Óscar Sánchez Vadillo
1- El problema, el verdadero gran problema del amor sexual, que sin duda es amor, y de los más pegajosos, es que consiste a la vez en la máxima animalidad y la máxima intimidad espiritual de la que somos capaces los bichejos humanos; por eso, nos guste o no, implica la confusión mental total, de la que se derivan tantas otras y de las que nuestro tiempo es el testigo mayor y más absurdo.
2- El uso de las citas en las solemnidades de la filosofía medieval -toda ella solemne, incluso en Pedro Abelardo-, pero todavía abundantes en la prosa ensayística y mundana de Michel de Montaigne, represetan las “alzas intelectuales” con las que el iniciado se encarama como a suelas de gigante.
3- Las grandes preguntas del cosmos no tienen solución ni respuesta, no es su deber ni su deleite, a lo que parece, tenerlas. Propongo, por tanto, que sea esta la frase del último suspiro, tal vez la que se grabe en las tumbas como una máxima sagrada, en honor a la vida vivida, si es que sigue habiendo tumbas: ”¡¡¡¡Que el enigma jamás deje de ser enigma!!!”
4- Los consultorios psicológicos actuales no son más que amistad prostituida. Igual que se puede pagar a alguien para que te alivie las ansias del cuerpo, sin ser nada tuyo y precisamente por no serlo, se puede alquilar a alguien para que te alivie el ánimo, sin conocerle previamente de nada. Pero no se olvide jamás, pese a la decadente moda, que l@s amantes de verdad, y l@s amigos de la verdad, ni te cobran ni te dicen que dentro de cinco minutos se te ha acabado el tiempo…
5- Regla de oro, y más antigua que el mundo: los vendedores e intermediarios de productos esenciales te dan coba y prácticamente se te postran para que te lleves como sea sus mercaderías; en cambio, los que venden humo, daño o nada de nada acuden al recurso de humillarte de entrada, quedando ellos por encima: ese es su truco y por él los reconoceréis…
6- Hoy en día, y por lo que observamos a todas horas, se deber ser tan macho como para acudir a un gym para luego poder mirarte de reojo en todos los espejos o escaparates con los que te cruzas.
7- Dicen los físicos desde hace unas cuatro centurias (olvidándose, por ejemplo, de los exvotos chinos de papel) que todo lo que sube tiene que bajar… Bien, de acuerdo, excepto por las novelas de Faulkner y por el Somebody to love de Queen…
8- Desde el punto de vista fáctico, digamos que “científico”, la muerte es encefalograma plano o parada cardiorrespiratoria, a la que siguen inevitables descomposición y regreso al humus. Si lo vuelves a diagnosticar 50 años después, pongamos, porque has congelado el cadáver como dicen del de Walt Disney, el encefalograma sigue plano y pulmones y corazón inactivos, no hay remedio. Pero son ya cincuenta años de lo mismo, algo tiene que haber cambiado para poder decir con un cierto sentido que “han transcurrido 50 años de la muerte de -es el caso, y para colmo rima- Pablo Picasso”, o que “Pablo Picasso lleva cincuenta años muerto”. De manera que es como si el muerto nos hiciera cuentas, o nos hiciera preguntas, o, si se prefiere, siguiera obstinadamente jodiendo, sin dejar por ello de estar muerto. Digamos que el muerto en cuestión confronta el presente, si alguien vivo le confronta a él o se siente acuciado a hacerse cargo de su legado. Los neonazis actuales, por volver a la pasión de Disney, tratan por ejemplo de incorporar esa lección, exagerándola y reificándola. Para ellos, el muerto o los muertos con pedigrí eran “de una pieza”, como tales siguen entre nosotros, y nada les hará creer que no lo eran y que el haz de intercambio interpretativo con los muertos en tan plural como, yo qué sé, el número de especies de escarabajos. Los muertos, pues, resuenan entre los vivos durante un largo tiempo, y a esa ambición de nuestros antepasados por seguir estando presentes en su ausencia es a lo que los antiguos llamaban “la vida de la fama”.
Ahora, igual de raro es, y todavía más desconcertante, hablar en nombre de los no-nacidos, de las próximas generaciones. Porque aún no están (metafísica de la presencia), pero no cabe duda de que son, puesto que es completamente cierto que ahora mismo, hoy, podemos hacer cosas precisas y determinadas por favorecerlas o perjudicarlas. Es decir, que las generaciones futuras también resuenan en las presentes, como una suerte de fantasmas inversos...
9- Cuando te quitas el miedo, tan sólo queda ante ti el mundo entero…
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