Óscar Sánchez Vadillo
73- En la esquina de mi calle, un vergel. Dispuestas en rectángulo irregular, mil y una excrecencias salvajes del árbol o arbusto, cortadas, clasificadas y presentadas al apetito del consumidor. Eso es la civilización, y no Pretty, o si es Pretty, viene después de las frutas, garantizándonos, o no, su rutilancia. La política como acceso universal a los retoños de la naturaleza, adecuadamente humanizados, no pedimos más. Todo lo que exceda esto es pedantería parlamentaria. Todo lo que esté por debajo de esto reclama revolución, por mal alimentada. Un experto en pocheces y madureces me asesora en cuanto a la vida media de cada ejemplar: no sabe poco el hombre, no sabe a poco lo que dice. En cambio, poco es lo que le pagan, y poco el mundo que su pericia tiene en poco. ¡Vale en más saber de valores, gana más el que su futuro dicta! Nada sabe la piña de su mendaz rapiña...
74- Habría que estatuir algo que podríamos denominar "responsabilidad de expresión". Eso ya existe, desde luego, puesto que según en qué foro o medio se hable o se escriba se entiende que hay un nivel tácito de discurso que se debe respetar. No es lo mismo, por poner casos extremos, la ONU que los Morancos, la revista Nature que el Muy Interesante. Sin embargo, debería ser expreso, en vez de tácito, deberían pensarse las condiciones de producción del discurso responsable, o del uso serio de la Palabra, tal vez para hacerlas valer visiblemente en los lugares o instituciones que correspondan. Como cuando se distingue entre “digo esto como padre”, o “como persona”, “como alcalde”, etc. Estatuir, digo, condiciones como intentar construir clausulas de validez universal, que puedan ser verificadas por más de una fuente, que estén obligadas a asumir las consecuencias de su emisión, etc. (eso, me temo, debe piense alguien más listo y menos vago que yo). Lo que no cumpla esos requisitos tendrá su género propio: humor, imprecación, etc. Tiene su enjundia todo eso, y sería muy necesario en un mundo como el nuestro de generación constante de consignas en forma de imágenes caprichosas y a ser posible subliminales, no digamos ya en TikTok. En fin, daría perfectamente para un buen e importante libro que nadie leería...
76- (UCM) Las películas de Marvel son, en general, bastante buenas para ser lo que son, diga lo que diga Scorsese, lo cual es inquietante por dos razones. Primero porque los guiones son cojonudos, dentro del género, tanto que han conseguido evitar todas las ridiculeces del tema superheroico dignificando lo indignificable (es notorio el asunto de la horterada de los uniformes, que han tematizado aposta y remontado la dificultad bien empinada). Es inquietante porque son mejores estos guionistas sin nombre, alquilados, que los de las películas llamadas serias, que se van quedando en lo sentimental o lo anecdótico, sin saber combinar como en estas la épica con el humor. Luego están los FX y los CGI. Hasta la Visión, en la segunda de Vengadores (yo odiaba los Vengadores en la adolescencia...) está de lujo, nos pueden hacer creer visualmente cualquier cosa… (incluso a LA propia Cosa...)
A veces pienso que estas cintas no son más que un experimento ampliamente lucrativo en vistas a armar adecuadamente una realidad virtual que se convierta en negocio o en gran manipulación política. Si los escenarios son tan buenos.... ¿qué puede impedir que mañana, por ejemplo, nos digan que los taiwaneses se han entregado encantados al gobierno chino y nos casquen las imágenes correspondientes como si fuesen reales? Esto va para largo, la expectación y seguimiento es global, dentro de poco nadie se acordará de Casablanca. Lo más curioso es que las pelis casi lo merecen, pues hasta sacan temas importantes, como en Soldado de Invierno. Yo, que sólo veía estas cosas para volver a sentirme un crío, lo he aluflipado.…
77- (UCD) DC, en cambio, sigue siendo la eterna perdedora, el Atlético de Madrid. Ya se sabe que un MacGuffin es una expresión de la entrevista que Hitchcock brindó a Truffaut, y que significa un pretexto argumental que sirve para que los personajes exhiban sus cualidades y comportamiento. En realidad, el MacGuffin sólo importa a los personajes, pero no al espectador, como cuando para arrimarte a alguien que te guste le dices que se venga contigo a un aburridísimo concierto de Jazz. Es famoso, entre los recientes, el MacGuffin de esa maravilla, Pulp Fiction. ¿Qué demonios contiene el maletín de Marcelus Wallace, algo que brilla, algo que justifica la peripecia de Vincent Vega y demás, pero que finalmente, el rufián de Tarantino ni se digna a explicarnos? O sea: Quentin suelta el MacGuffin con tal conciencia de que es un MacGuffin que ni se molesta en resolverlo.... Sin embargo, en Internet hay mil especulaciones sobre ello (la mejor me parece la siguiente: el maletín contiene el alma de Marcelus, que según ciertas sectas se extrae de la médula espinal, y Marcelus tiene una gran tirita en la nuca como quien no quiere la cosa...)
78- Naturalmente que hay posturas u opiniones mejor o más fundamentadas que otras, y cosas como la igualdad de género no son ya, hoy por hoy, negociables ni cabe relativismo cultural en ellas. Lo que sí añadiría a esto es que el campo en que se demuestran superiores unas a otras es el de la argumentación, no el de la afirmación tajante. Para afirmación tajante ya está la violencia. Si digo que esto es verdad, llamo al otro mentiroso, de modo que enciendo la mecha de la pelea. Realmente, la tolerancia no es más que la condescendencia del más fuerte: como tiene la pelea de antemano ganada, se puede permitir dejar al débil rezar a ciertos dioses que apenas le molesten, a la manera del Imperio Romano. El débil, naturalmente, no puede optar por la tolerancia o la intolerancia: se fastidia y punto. Por eso, un paso por encima de la hipócrita tolerancia consistiría en abrir un espacio de argumentación para los dioses del otro. ¿Por qué? Por sobre-exceso de dominio, quizá, por aquello que Nietzsche llamaba “la virtud que hace regalos”, porque se han dado las condiciones materiales que suprimen el miedo, como cuando mis alumnos se ponen farrucos en los debates. Podría machacarles, en razón de mi superioridad formativa e institucional, o puedo escuchar y argumentar serenamente. Puedo elegir porque no hay miedo. Sólo hay intolerancia contra la intolerancia activa, como dicen lemas de por ahí o como señaló Karl Popper.
Pero, en fin, no se ha oído nunca de casos de tolerancia absoluta entre iguales, porque eso sería una amistad de pega o la expresión de la indiferencia absoluta hacia el otro. Hay que intervenir, desde luego, pero procurando no romper más de lo que está aquello que se pretende arreglar. Filosofar con el martillo queda para los amargados: eso sí que sufren patologías dignas de estudio...
79- La felicidad, tal como la voy intuyendo, debe consistir en algo así como estar alejado lo más posible de los idiotas, primero, y en saber alejarse de uno mismo cuando vuelves a serlo (siempre se “vuelve” a serlo...), después. Cambiar a los demás o cambiar el mundo lo encuentro de una ambición sospechosa. No me puedo creer que exista un solo comunista de los que me rodean que de verdad crea que va a ver en vida realizado ni el más mínimo de sus ideales. Sólo buscan, en realidad, encajar en una comunidad de amigos activistas similares, con los que, no obstante, se pasarán la existencia discutiendo. Yo no me voy a pasar la vida discutiendo. Las tonterías que se me ocurren las escribo, dudas y precauciones incluidas, para quien libremente pase por allí y las lea. La sugerencia, el pudor y el tacto me parecen sumamente civilizatorios; atizar sermones oscurantista aún en nombre de la ilustración. Lo primero sí es un deber ser, aquello que es lícito esperar de un futuro mejor. Lo segundo se ha estado haciendo durante siglos, con ambiguos resultados. Que sea el sujeto el que analice, no el analizado. La gente es mucho más infinitesimalmente variada de lo que parece, incluso los idiotas, que son los menos variados de todos y por eso son idiotas. Supongo que en situaciones de emergencia habrá que adoctrinar, pero a sabiendas de se trata de resolver situaciones, no de salvar almas...
80- Karl Marx como el filósofo que encontró el Geist de Hegel entre los desperdicios de los contenedores de basura de la clase trabajadores, en vez en en los palacios de la especulación del idealismo alemán… (Es decir, el “pelo, barro y basura” del Parménides de Platón trasladado al mundo industrial).
81- Lo de los “fondos/buitre” es la forma más original que ha hallado el capitalismo para diseminar y blanquear la culpa.
82- Hay youtubers que explican a Kant en 10 minutos acudiendo a la bobada de que es el intelecto el que modifica la percepción, y de este modo les sale un Kant relativista, es decir, el mundo al revés. En realidad, Kant es tan poco relativista como Einstein, y donde en el segundo tenemos un absoluto, que es la magnitud de la velocidad de la luz, en el primero tenemos el plano trascendental.
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